La siguiente etapa en nuestro
viaje fue la incomparable ciudad de Florencia. Dicen que a causa de la belleza
de las obras de arte que alberga nació un nuevo síndrome psicosomático conocido
con el nombre de Síndrome de Stendhal o Síndrome de Florencia. Se denomina así por el famoso autor francés
del siglo XIX Stendhal
(seudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada
del fenómeno que experimentó en 1817 en su visita a la Basílica de la Santa Cruz en Florencia,
Italia, y que publicó en su libro Nápoles
y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio:
"Había llegado a ese
punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las
Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía
el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".
Es cierto que no llegué a
experimentar este síndrome, sin embargo, sí que se trata de una ciudad de una
gran belleza arquitectónica y con infinidad de obras de arte recogidas en un
espacio bastante reducido.
Antes de comenzar con qué visitar
en esta ciudad quería recomendar el B&B en el que nos alojamos, está un
poco lejos del centro, unos 20 o 25 minutos a pie, pero es bastante fácil de
localizar, está genial y se ajusta al presupuesto. También dispone de parada de
autobuses en la puerta, aunque no cogimos ninguno. El alojamiento se llama 5
Sensi y lo reservamos con booking.
Paseo nocturno
Llegamos de noche con mucha
hambre y con ganas de ver esa maravilla de ciudad de la que tanto me habían
hablado y de la que conocía bien poco. El camino hasta el centro se me hizo
eterno (aunque en realidad no es para tanto), después de comer algo rápido
entramos en la plaza Duomo, la plaza de la catedral, ya desde lejos empiezas a
ver que Florencia es algo especial, la catedral, el baptisterio a la luz la
luna, y de las farolas, y con una considerable disminución de la cantidad de
turistas (cosa que apreciaría a la mañana siguiente). La belleza especial de
esas fachadas en mármol blanco, que más tarde aprendería que es típico de la
toscana, me enamoró al instante. Recomiendo fervientemente la visita nocturna
ya que te permite disfrutar de la ciudad tranquilamente, o al menos más
tranquilamente que durante el día.
Seguimos el paseo llegando a la
Piazza della Signoria dónde encontramos el Palacio della Signoria, a cuyas
puertas disfrutamos de una copia del famoso David de Miguel Angel (el original
se encuentra en la Galería de la Academía), y la Logia dei Lanzei repleta de
bellas estatuas (a falta de más apelativos para describirlas por mis parcos
conocimientos de arte), como Perseo con la cabeza de Medusa o El rapto de las
sabinas.
Continuamos nuestro paseo dirigiéndonos
hacia el Puente Vecchio atravesando la Galería de los Uffizi dónde encontramos
estatuas de grandes hombres del renacimiento como Galileo, Donatelo, Cosme de
Medici, Dante, Petrarca o Maquiavelo.
El Puente Vecchio, con sus
tiendas y joyerías cerradas ofrece una imagen más tranquila del rio Arno y podréis
incluso sentaros en muros, cosa que durante el día es bastante complicada por
la cantidad de turistas que llenan la ciudad provenientes de excusiones de un
solo día.
Visita diurna
Antes de comenzar el relato, he
de decir que hay lugares que no visitamos por falta de tiempo y dinero, y que,
no obstante, creo que merece la pena visitar y lo haré en una próxima visita a
la ciudad.
El museo arqueológico de la
ciudad es bastante barato, como suelen ser los arqueológicos, y tiene piezas
interesantes como la Quimera de Arezzo. Además hay una reconstrucción de tumbas
etruscas, que no nos dejaron ver aunque después vimos las auténticas en
Tarquinia.
Si tenéis pensado entrar en la
catedral os recomiendo que estéis bien temprano en la cola puesto que es
bastante larga. El baptistero y el campanille están exentos (es decir, están
por separado, como es típico en la toscana) así es que la entrada puede
comprarse también todo junto o por separado. Nosotros no entramos, no os puedo
decir si merece o no la pena.
Además de la catedral visitamos
varias Iglesias, todas por fuera porque había que pagar y eran bastante caras,
Santa María Novella, la Santa Croce, Badía Fiorentina. En algunas de ellas
puedes entrar al claustro o te dejan acceder pero solo al vestíbulo.
El Palacio Pitti se
encuentra al otro lado del rio Arno, pasado el Puente Vecchio y merece la pena
la visita, sobre todo para los amantes de la vegetación y los jardines, como es
mi caso, porque incluye la visita a jardines de Boboli que se encuentran en la
parte posterior del palacio y son geniales, aunque en verano un poco secos. En el propio palacio, cuya arquitectura ya es
espectacular, hay varios museos, de costumbres, de vestidos, de porcelana,
cuadros, estatuas, etc. Aquí hacen
descuentos por varias cosas, no olvidéis preguntar (se queda a mitad de
precio).
Subida a la Piazza
Michelangelo
Esta plaza es muy conocida y está
llena de turistas que suben a contemplar las increíbles vistas de la ciudad que
ofrece este mirador. Es una subida bastante pronunciada pero no debéis perderos
esta etapa del viaje, os dará una imagen de Florencia que no olvidaréis nunca,
sólo mejorable por la siguiente, aún más arriba, claro.
San Miniato al Monte
Esta parada no es tan conocida,
lo notareis cuando subáis por el escaso número de turistas. Esta subida sí que
es pronunciada pero sin duda una de las mejores visitas que hice en esta
ciudad.
Se trata de una Iglesia –
Monasterio en la que se respira paz y tranquilidad. Se puede visitar de manera
gratuita y es ideal para reflexionar y hacer un repaso del día. Aquí, como en
otras muchas iglesias de Italia, las mujeres no pueden llevar los hombros
descubiertos ni la ropa especialmente corta. Si se va en verano recomiendo
llevar un pañuelo en la mochila para cubrir los hombros ya que en muchas
iglesias te ofrecen algo para cubrirte pero, en la mayoría, te lo cobran.
Para los amantes de la figura
romántica de la muerte, este lugar también alberga un cementerio monumental.
Desde arriba se ve aunque no lo visitamos porque estaba cerrado a la hora que
subimos.
La galería de los Uffizi
está repleta de obras de arte y, según mi pareja que ya la ha visitado, es altamente
recomendable. Es una de las pinacotecas más importantes del mundo, no obstante,
yo soy más de escultura por lo que preferí invertir el dinero en la Galería
Borguese en Roma de la que ya os hablaré. Además, solo estuvimos un día en
Florencia y teníamos que elegir porque el tiempo no daba para todo. Sin embargo, estoy segura de que visitaré esta
galería en mi próxima visita a la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario