Nuestra siguiente parada
tras visitar la embaucadora Verona es una ciudad de peregrinaje
religioso, Padua, dónde se encuentra enterrado San Antonio de Padua
en su Basílica de nombre homónimo. Esta pequeña ciudad está
plagada de peregrinos que la visitan con gran devoción. Las calles
que se dirigen a la Basílica están repletas de tenderetes con
relicarios, velas y souvenirs religiosos para el devoto turista.
Pasamos una agradable
mañana en esta ciudad, aparcamos cerca de la Basílica de San
Antonio, pero antes de llegar pasamos por una encantadora plaza que
es el preambulo perfecto de la Basílica, la Piazza della Valle. Esta
plaza circular está rodeada por un estanque cruzado por varios
puentes y decorado con decenas de estatuas de personajes ilustres,
filósofos, escritores, sabios y médicos.
...Piazza
della Valle . . . redonda, circunvalada por un estrecho canal,
adornada por varias decenas de estatuas. . . lejano recuerdo de mi
primera visita a Padova. . . me sigue pareciendo encantadora . . .
una antesala perfecta para nuestro próximo destino . . . Venecia . .
.
.
. . el escultor ¿quiso denunciar algún tipo de práctica pedófila
dentro de la iglesia? . . . desde luego esta estatua da mucho que
pensar . . .
La siguiente parada es la propia Basílica construida entre 1238 y 1310. Su núcleo original fue la Iglesia de Santa María Madre del Señor, Sancta Maria Mater Domini, donde se instaló el convento franciscano en el cual fue sepultado San Antonio de Padua, hecho que originó una fervorosa devoción a sus restos por parte de los católicos, devoción que sigue viva a día de hoy.
. . . Basílica de San Antonio de Padova, con varias cúpulas, magnífica y majestuosa, recargada y lujosa (claro ejemplo de austeridad) . . . cientos de devotos hacen cola para tocar las paredes de la tumba del santo, rezan, cuelgan fotos y exvotos . . . un espectáculo macabro que roza el patetismo humano. . . en algunas cosas que poquito ha avanzado la Humanidad desde el Magdaleniense . . .
Una vez dentro de la Basílica, que es gratuita, más que su arquitectura llama la atención los devotos fieles que uno tras otro se acercan a la tumba del Santo ofreciéndoles poemas, figuras exvóticas, velas y otros tributos para pedirle sanaciones, trabajo o cualquier otra necesidad. Todo esto le da al lugar un ambiente macabro que se ve reforzado por algunas de las esculturas del templo.
. . . interior de la basílica . . . tarde o temprano todos debemos acudir a la última llamada del Ángel de la Muerte . . .
Con todos mis respetos hacia los devotos, siempre me ha parecido que el catolicismo (es la única religión que conozco de cerca) acostumbra a los fieles a ir al templo con su “lista de la compra”, un dios-genio que concede deseos si nos portamos bien. En realidad es una forma de “conformar” a unos seguidores incondicionales que buscan consuelo ante los males de este mundo cruel.
En la plaza de la Basílica encontramos una estatua cuya autoría es de Donatello, el Condotiero Gattamelata. Los condotieros eran los capitanes de tropas mercenarias al servicio de las ciudades-estado italianas desde finales de la Edad Media hasta mediados del siglo XVI. En ocasiones los condotieros tomaban gran relevancia para la ciudad llegando incluso a formar parte del gobierno.
. . . estatua ecuestre del condotiero Gattamelata, diseñada por Donatello, vigila, custodia el sueño eterno de San Antonio . . .
Tras visitar la Basílica, que era el objetivo principal de nuestra visita a Padua, dimos un paseo por la ciudad. Era por la mañana así es que la Piazza de Erbe y Piazza della fruta estaban en plena efervescencia y pudimos disfrutar de la vida de la ciudad. Una pena no haber tenido una autocaravana con cocina para poder degustar los manjares con que se deleitaban todos nuestros sentidos.
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